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El “Last Dance” de los mercados de acciones

Cuando las bolsas bailan su último compás antes del silencio

En la temporada 1997-98, los Chicago Bulls sabían que estaban ante su último baile. Phil Jackson, su entrenador, tituló así el plan de aquella campaña: “The Last Dance”. Era la última oportunidad de Michael Jordan, Scottie Pippen y Dennis Rodman de conquistar otro anillo antes de que la directiva desmantelara el equipo. Sabían que el ciclo ganador se agotaba, pero salieron a la pista con la determinación de cerrar su era con una nota épica.

Ganaron su sexto campeonato. Y se fueron.

Aquel documental de ESPN no sólo retrató la gloria deportiva, sino también la psicología de los finales: cuando todos saben que el clímax está cerca, pero nadie quiere dejar de bailar.

El último baile bursátil

Los mercados de acciones también tienen su “Last Dance”.

En todo ciclo alcista, llega un punto en que los precios, las narrativas y la confianza se elevan más por inercia que por fundamento. Los inversores sienten que la música sigue sonando y que aún hay espacio para un último paso de baile, aun sabiendo que el suelo tiembla bajo sus pies.

Esa fase final es emocionalmente eufórica, pero estructuralmente frágil. Las valoraciones se estiran, el crédito se expande y el discurso se llena de frases como “esta vez es diferente” o “la tecnología ha cambiado las reglas”. Es el último compás antes de que la música se detenga y empiece el ajuste.

De Jordan a Minsky: el ciclo que termina bailando

El economista Hyman Minsky y el historiador Charles Kindleberger describieron con precisión esta coreografía del exceso.

Según su modelo, las burbujas pasan por cinco fases:

  1. Desplazamiento – una innovación o cambio estructural (internet, IA, crédito barato) despierta entusiasmo.
  2. Boom – el optimismo atrae capital, los precios suben y el riesgo parece controlado.
  3. Euforia – todos quieren participar; el dinero fácil domina y las advertencias son ignoradas.
  4. Crisis – un evento menor rompe la confianza; el apalancamiento se convierte en peso muerto.
  5. Pánico y Reversión – los inversores corren hacia la liquidez, y el ciclo se limpia para empezar de nuevo.

El “Last Dance” encaja justo entre la Euforia y el inicio de la Crisis.

Es el tramo en el que la música suena más fuerte, las valoraciones alcanzan su punto máximo y los inversores, como los Bulls de 1998, saben que quizá no haya mañana… pero deciden salir a la cancha una vez más.

Saber cuándo dejar la pista

En 2000 fueron las puntocom, en 2007 el crédito y la vivienda, en 2025 la liquidez post-pandemia y la disrupción IA. En todos los casos, los mercados vivieron un último rally espectacular, alimentado por una mezcla de codicia, complacencia y fe en que el ciclo podría prolongarse indefinidamente.

En el deporte, Jordan tuvo el instinto de retirarse en lo más alto.

En los mercados, pocos logran hacerlo. La tentación del último tramo —ese 10 % adicional de rentabilidad— suele ser más fuerte que la disciplina.

Reconocer el “Last Dance” no significa abandonar la pista de inmediato, sino entender la música: cuando el ritmo ya no lo marcan los fundamentales, sino la euforia colectiva.

Y cuando eso ocurre, como en 1998, conviene recordar que todo ciclo —por glorioso que sea— termina con el eco del último aplauso.

Revisa la diversificación de la cartera

En la teoría clásica, diversificar es repartir la cartera entre activos con baja correlación.

Pero en el marco de redes complejas:

  • La diversificación funciona en fases tranquilas, cuando los subgrupos de la red (clusters sectoriales, geográficos, de estilos de inversión) están relativamente desconectados.
  • En fases de crisis, las conexiones se reconfiguran y la supuesta independencia se rompe → la diversificación pierde efectividad.

El verdadero reto es construir carteras que no solo se diversifiquen por activos, sino por capas de la red: liquidez, horizonte temporal, narrativas distintas.